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Televisa Leaks: el escándalo mediático que no fue noticia en México

Policías delante de un vehículo de Televisa, en Ciudad de México. (Imagen de archivo). DW

Durante años, el mayor conglomerado televisivo de habla hispana mantuvo una maquinaria de manipulación mediática para orquestar campañas de odio y mentiras. Hubo silencio, por miedo o complicidad, según analistas.Lo llamaban "el Palomar"- por la ubicación de sus oficinas debajo de la antena principal de la televisora Televisa, en pleno corazón de la Ciudad de México.

Desde allí, y bajo la dirección de Javier Tejado, hasta hace poco vicepresidente de la Oficina de Información de Televisa, se han creado durante años campañas de mentiras, odio y desinformación. Un escándalo bautizado "Televisa Leaks", que se dio a conocer gracias a las revelaciones de Germán Gómez, quien trabajó en el Palomar durante siete años.

Según los primeros documentos analizados por el equipo investigativo de la conocida periodista mexicana Carmen Aristegui, que dirige un portal de noticias, el equipo que orquesta campañas negras de Televisa denostaba a competidores, pero también prestaba sus servicios a otros para atacar a rivales o promover figuras afines.

Entre las víctimas hubo políticos, un magistrado federal cuyos fallos molestaban al gobierno, y a cuyo hijo le inventaron un escándalo de abuso sexual; también hubo periodistas, como la misma Aristegui cuando investigaba una acusación de lavado de dinero contra Televisa, y también empresarios poderosos, como Miguel Alemán, cuya línea aérea Interjet fue calumniada como "impuntual e insegura” por un pleito comercial, hasta que quebró en el año 2020.

Una red de poder encubridora

A pesar de su alcance -se trata en total de cinco terabytes de chats, videos, audios e imágenes- la revelación sobre la 'guerra sucia' librada desde la televisora se topó con un ensordecedor silencio en la mayor parte del panorama mediático de México. Solo algunos medios y portales independientes han dedicado unos pocos artículos a los Televisa Leaks.

Analistas consultados por DW atribuyen esto a una complicidad histórica entre la élite mediática y política y al miedo que infunde una empresa que durante décadas hizo y deshizo carreras políticas, periodísticas y artísticas.

"Nadie en la élite mexicana está libre de culpa, todos llevan a cabo prácticas de espionaje y falsificación", dice en entrevista con DW el profesor Pablo Arredondo, especialista en comunicación de la Universidad Jesuita de Guadalajara (ITESO).

Arredondo, que cuenta con un posgrado en Desarrollo Internacional de la Educación en la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos, recuerda los antecedentes históricos, ya que en México existe una "larga tradición de una prensa que se presta para falsear información, para chantajear a personajes públicos y anteponer intereses particulares". Como ejemplo, menciona la campaña mediática contra las reformas democráticas del presidente Gustavo A. Madero, a principios del Siglo XX.

Sin embargo, Arredondo pone la atención en la sofisticación de Televisa: "Sorprende ese nivel de formalidad, y que construyan un aparato especialmente dedicado a la desinformación".

Miedo y complicidad frenan investigaciones

"Televisa Leaks debería haber sido un escándalo a nivel nacional y regional, pero no lo fue porque hay una red de relaciones de poder que encubren estos actos", considera Leopoldo Maldonado, director regional de la organización Artículo 19 México y Centroamérica.

El Congreso debería haber creado una comisión de investigación, dice el defensor de la libertad de expresión, "pero no lo ha hecho".

"También la presidenta Claudia Sheinbaum hizo oídos sordos, diciendo en su conferencia de prensa diaria que los implicados tienen que responder personalmente", subraya Maldonado.

La mandataria evitó, de esta forma, abordar una campaña que habría promovido mediante la televisora el consejero jurídico de la Presidencia, Arturo Zaldívar, quien, según los videos publicados, recurrió a los servicios del Palomar para llegar a ocupar la Presidencia de la Corte Suprema y enlodar a sus contrincantes.

Ni siquiera las víctimas han levantado la voz, algo que se debe, según Maldonado, a su deseo de evitar problemas con la televisora: "Hay mucho miedo, y eso habla del poder que tiene Televisa".

Ambos analistas coinciden en la necesidad de reformar y regular el sistema de los medios en México.

Europa y Brasil como ejemplos

Se necesita un código de ética y regulaciones más estrictas por parte del Estado", exige Arredondo, evocando leyes como las que se están actualmente discutiendo en Brasil. Entretanto, las autoridades judiciales del país sudamericano le han puesto un freno a las campañas de desinformación de Elon Musk y la extrema derecha via su red X.

"Lamentablemente, en México los medios se han opuesto históricamente a este tipo de regulaciones", dice el académico.

Maldonado critica a la clase política por negligencia. "Los consorcios mediáticos plantean su libertad de expresión, pero no es absoluto porque también la audiencia tiene derecho a una información veraz y oportuna, tal como se plantea en la actual ley de radiodifusión y en la Constitución".

Como Televisa tiene una concesión sobre un bien público -el espectro radioeléctrico- sería teóricamente posible cancelarle este permiso. Pero solo en teoría, advierte Maldonado: "En la práctica, no hay mecanismos claros de coerción."

Para el defensor de derechos de los periodistas, la referencia es Europa, donde hay una "vasta legislación sobre los mínimos indispensables para los medios concesionarios". Ellos no pueden traspasar ciertas fronteras que tienen que ver con los derechos de la infancia y de los grupos vulnerables, o con los discursos de odio".

Pero México aún está lejos de implementar algo semejante, coinciden ambos expertos. Arredondo lo ve "difícil en un ambiente político tan polarizado como actualmente". Se refiere a la reciente y controvertida propuesta de Sheinbaum sobre una ley de comunicación, que ha sido ampliamente criticada por concentrar el poder en un solo organismo que tendría facultades de censor.

Algo especialmente delicado en un contexto político de "fuertes pulsiones autoritarias y de control de la narrativa" por parte del Poder Ejecutivo, admite Maldonado. Según el director de Artículo 19, es un gran reto hacer que esas pulsiones no crezcan, y que las necesarias regulaciones no permitan al Estado censurar contenidos legítimos.

El balance entre el necesario combate al discurso de odio y evitar el paso hacia un Estado censor parece por ahora un rompecabezas difícil de resolver en México.

(cp)

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