Opinión

Transporte: el derecho que sostiene todos los demás

Transporte: el derecho que sostiene todos los demás
FOTO: GRACIELA LÓPEZ/CUARTOSCURO.COM (Graciela López Herrera)

No siempre lo tenemos presente, pero el funcionamiento de una ciudad depende de la movilidad de su gente. El transporte público es mucho más que un servicio: es el sistema que sostiene la vida cotidiana.

Según la Encuesta Origen-Destino del INEGI, en la Zona Metropolitana del Valle de México se realizan diariamente 34.56 millones de viajes, de los cuales 15.57 millones son en transporte público.

Gracias a este sistema, millones de personas pueden llegar a la escuela, al trabajo, a hospitales, oficinas o simplemente a donde necesitan estar. Sin el, nada funciona. Y, sin embargo, no siempre lo valoramos como el motor de vida que realmente es.

Lo digo desde una cercanía personal y profesional. Vengo de una familia de transportistas. En mi casa se hablaba de rutas, turnos, talleres, unidades… pero también de las personas. Aprendí que el transporte no solo mueve, también conecta con historias, sostiene comunidades y permite que la ciudad funcione. Cada unidad que parte no solo lleva pasajeros; lleva historias.

Lo entendí viéndolo desde adentro: no en estadísticas ni en mapas, sino en las conversaciones familiares, en los horarios que marcaban nuestras rutinas, en la responsabilidad silenciosa con la que mis hermanos y mi padre salían cada día justo para mover y conectar destinos.

Hace unos días se llevó a cabo el 16º Congreso Internacional de Transporte. Durante tres jornadas, especialistas de todo el país y de América Latina coincidieron en una idea sencilla pero poderosa: cuando una ciudad apuesta por el transporte público, está apostando por su desarrollo.

Invertir en movilidad no es un gasto; es una necesidad social. Y México tiene todo para ser un referente en ese camino: conocimiento técnico, innovación, compromiso y experiencia.

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Por eso es tan importante seguir generando espacios de diálogo, de planeación conjunta y de construcción institucional como este congreso recientemente realizado por la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad. Y en ese diálogo deben estar también quienes operan el sistema día a día: las y los transportistas. Su trabajo cotidiano sostiene la movilidad urbana y su experiencia en territorio es clave para diseñar soluciones realistas y eficaces.

Hoy más que nunca necesitamos una mirada integral donde todos tienen un rol; academia, gobierno y transportistas; necesitamos que se ponga a las personas en el centro común y se entienda que el transporte es una herramienta para reducir desigualdades, impulsar oportunidades y mejorar la calidad de vida. Todos merecemos vivir bien, y con buen transporte sin importar nuestro estatus social.

El reto no es menor, pero tampoco imposible. Diseñar políticas públicas que fortalezcan la movilidad colectiva, integrar tecnología con vocación social, profesionalizar el servicio y garantizar una infraestructura accesible y segura son objetivos alcanzables si se trabaja con visión y coordinación.

La movilidad no es solo una necesidad urbana: es un derecho humano que abre la puerta a muchos otros. Llegar al trabajo, a la escuela o a un centro de salud no debería depender del ingreso ni del lugar donde se vive.

Un transporte público digno, seguro y accesible permite que todas las personas, sin distinción, ejerzan su libertad de moverse, participar y vivir su ciudad en igualdad de condiciones. Reconocerlo como un derecho es avanzar hacia una ciudad más justa, cercana y habitable para todas y todos.

Moverse con calidad no es un lujo: es una necesidad colectiva. Porque solo cuando todas y todos podemos movernos con libertad, entonces sí podemos decir que vivimos en una ciudad con justicia social.

arriagaivonne@gmail.com

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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